Cuando hablamos de heavy metal a veces nos ponemos cierto prejuicio a la hora de valorar a nuestras bandas y si alguien duda de su profesionalidad, tesón o buen hacer, deberían ir corriendo a ver Vhäldemar en directo porque son la banda más sólida, profesional, pasional y entregada que existe ahora mismo en España. Incluso cuando lo tienen todo a la contra y luchan contra viento y marea. Algo así vivimos el pasado sábado en la sala Rockville de Madrid.
Uno de los detalles que me gusta a la hora de ver conciertos es la puntualidad, eterna enemiga de España, pero que en ocasiones al verse cumplida el gozo no deja de ser eterno. Así pues abrieron los teloneros Adarel, heavy metal tradicional de la mejor escuela, pasadas las 20:30 con excelente actitud y deficiente sonido. Banda veterana con buen repertorio que se vio desmerecido por temas técnicos tales como el bajo sonido de la voz, la cual costaba entender y no por el buen hacer de la cantante Maya, que supo dirigir al público y mantener una presencia en escena potente, dura y con actitud. Buen sonido para el bajo de David Caballero con unas líneas sobresalientes que conjugan el buen hacer de las guitarras con melodías de regusto "maideniano". La pareja de hachas formada por Ángel Seco y Sergio Sánchez funciona en perfecta sincronía de riffs agresivos y melodías que muestran la sólida propuesta de la banda en directo, el grupo supo estar sobre las tablas y dieron un meritorio concierto. A nivel de temas sin duda destacar "La Parca", maravillosa canción que según nos comentaron aparecerá en su próximo EP y que apunta a una maduración del sonido tanto compositivo como vocal, impecable tema, con puesta en escena de Maya con alas negras, excelente. En el apartado versiones antes de acabar un meritorio "Reencarnación" de Santa que hizo las delicias del respetable, con asalto por parte de Sergio al público con sus riffs a cuestas mientras interactuaba con el mismo, nuevamente sobresaliente en actitud, así si. Canciones eternas que siempre logran emocionar, acompañado esta vez con el mejor sonido que la banda disfrutó en toda su actuación. Finalmente sonó su "Heavy Metal" tema single destinado a finalizar una buena velada que calentó el ambiente y que el grupo encaró con dignidad y poderío. Muy bien la banda, esperamos que el técnico de sonido saque algo mejor la próxima vez que los veamos en directo.
Y llegamos al momento clave de la noche, permítame el amable lector unas cuantas divagaciones, la sala registró poco aforo, público mayor de actitud pasiva y en algunos casos sentado o bien enganchado al teléfono móvil. Ante este panorama saltó a escena Vhäldemar con todo en contra, quizás a excepción de público vasco que había venido a ver su banda favorita y que apoyaron desde el primer minuto. Si bien en este caso la banda disfrutó de un sonido mucho mejor que Adarel, con la voz en primera línea como debe ser. Arrancaron "a muerte" con ese temazo que es "Death to the wizard" de su último trabajo "Straight to hell" que venían presentando y que supone otra cumbre en la obra discográfica de la banda, siguiendo con "1366" haciéndose realidad las visiones del viejo rey y con las primeras filas cantando la moral de la banda empezó a subir y para cuando entonaron el tema que da título al disco parecía que la cosa iba por buen camino, ya que la profesionalidad de la banda, el buen hacer de los músicos, impecables en su puesta en escena, hace de esta banda aquel dicho de "esto si que es JEBI".
Hizo la guitarra de Pedro J. Monge un extraño fallo técnico que la silenció por completo y si bien el grupo supo encarar la situación como se debe, sin parar de tocar y con positivismo, canciones como "Metalizer" o especialmente la maravillosa "Howling at the moon" no brillaron como deberían y restaron a pesar de invitados y demás, una pena ya que hizo mella en la banda pero todos sabemos que estas cosas pasan y el virtuoso guitarrista supo recuperarse y una vez solucionado el problema, tirando como siempre de buen humor, bravo una vez más, atacaron un "Bastards" donde ya hubo cachondeo por parte de Carlos y sus idas y venidas por la sala, en la que incluso llegó a sentarse con el público que decidió ver el bolo desde "la grada". "Dusty Road" parecía que volvía a poner las cosas en su sitio, nuevamente con apoyo vocal por una breve parte del público más entregado, otros seguían más pendiente al móvil. Y aquí viene un momento creo crucial del bolo, si bien es cierto que grupo le puso ganas, al final pienso que tanta palabrería para un público tan reducido no termina de ligar bien con las canciones ya que se demoraron demasiado a la hora de su interpretación, con invitada espontánea incluida, la actuación en general no logró cuajar y aunque al final Vhäldemar tiene unas canciones tan buenas esa comunión que existe con el público y que hace de un concierto una experiencia inolvidable no se produjo debido a la pasividad general del respetable que, con la excepción de la primera fila, prefirió ver la actuación con cierta distancia de modo pasivo, aunque el frontman de la banda se abalanzara sobre ellos en más de una ocasión provocando estupefacción entre algunos. Esto hizo que la música quedara en un segundo plano, aunque los músicos realizaron una labor encomiable, base rítmica sólida, dura y fijada.
Hablar del teclista Jonkol es hablar de excelencia, velocidad y virtuosismo que sirve de contrapunto a la guitarra de Pedro en unos duelos exquisitos y hubo momento sólo para los dos en el escenario y supo a gloria bendita. Finalmente la rotundidad de los temas del grupo habló por si sola, pocos se resisten al poder de "Breakin' All The Rules" o "Lost World" aunque más de uno estuviera más pendiente de ver a donde iba el cantante y poder inmortalizar el momento. El fin de fiesta por supuesto lo puso un "Energy" donde hubo invasión de escenario, nuevamente invitados y tal, para cantar a pleno pulmón un himno que estremece y demuestra el gran recorrido de la banda con más de 20 años de trayectoria.
Concierto entretenido, que demuestra por qué Vhäldemar son una de las mejores bandas que tenemos en la actualidad pero que se vio desmerecido por la falta de asistentes y una entrega mayor por parte del respetable, en cualquier caso chapó por la banda, su profesionalidad y actitud intachables. Esperemos que no sea la última vez que los vemos por Madrid.
A MUERTE
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